lunes, enero 11, 2010

la almohada de Jacob

todas las piedras
tienen la virtud de vivir su vida con esas cualidades que tienen los minerales
muy superior a la que podría suponerse en un árbol, en un hongo, en un hombre.
tienen esa rara virtud de ser fuego de planetas o elípticas playas de arena en torno a la luz
se extienden, no siempre tan calladas, en todos los colores
como si fueran
una carcajada de furia
o la contemplación de un matador.
es tan buena la actitud de la piedra
que algunos optan por imitarle
haciéndose diente, cuerno, pesuña, hombre,
semejantes a una espera hecha de valor.
no obstante,
como debo reconocer,
yo dejo caer, llegado el caso, y de forma silente pero segura, minerales blandos como un mar en la noche:
es que no soy tan duro como para que un buen golpe no pueda hundirse en mí o algo peor.
por eso admiro a las piedras que se dejan golpear
y cada tanto escupen fuego intestino sobre los hombres
quitándole a las ciudades todos sus niños, sus panes, sus reuniones de rutina para siempre.
uno debe aceptar que
llevar mucho tiempo una mochila de dolor alimenta perros de furia
que, como toda mascota que teje leyendas en la familia, uno debe vigilar.
es en esos momentos que me acerco a esas piedras, que sentadas a la vera de los hombres solitarios, esperan.
algunas veces me besan el oído, otras los labios, otras el corazón
y duermo con ellas y me alimento de su sueño de mineral impuro.
y como si fueras tú la que me hiciera un gesto tranquilo
me duermo
y estos perros se van.

5 comentarios:

Unknown dijo...

me encanto!

yo dijo...

Una voz poderosa para un poema oscuro, me gustó, definitivamente, me gustó.

Paula Einöder dijo...

Hola, Hugo. Me dio una muy buena primera impresión la lectura de tu poema. De hecho, no sabía que escribías y te agradezco mucho la confianza que has depositado en mi persona. El tema de las piedras me parece muy rico y se presta para desarrollar imágenes de gran carga emocional. Te seguiré leyendo mientras exploro tu blog. Abrazo.

Unknown dijo...

Metáfora poderosa la de la piedra. Comodín que puede ser lo inanimado o lo animado. Diálogo con lo inanimado, que por tanto deja de serlo. Invitación al panteísmo. Comunicación entre las partes soberbias y humildes del plante.
Se aprecia erupción, continúe.

Jorge dijo...

Como uso muy poco esta red no había reprado en este poderoso poema, de hecho , no lo había leído, pero me resulta muy fuerte y con sobrado interés. Jorge Arbeleche.